Hoy era el día en que íbamos a poder estar solos. Lo había preparado todo para que el día 87 fuera perfecto, todo en su sitio, todo perfecto..
Al bajar del autobús he visto una diosa. Cosa más bonita que Ella no he podido haber conocido nunca, ni un paseo por Venezia es tan interesante y tan hermoso..
El cosido de sus vaqueros reposaba sobre sus muslos como si de una cama se tratara, sus labios estaban marcados por las sequedades de aquel clima y su mirada, más brillante que nunca, reflejaba cierta alegría a la vez que un poco de melancolía.
Entonces al quedarnos solos me ha dado algunas cosas que ha traído para mí. Me ha hecho gracia tener que aguantar las ganas de darle abrazos y besotes por cada una de las cosas. Ella había llegado tarde, muy tarde, y quería de alguna forma hacerle rabiar un poco.. pero no sólo no lo he conseguido sino que he acabado sucumbiendo a sus deseos..
Qué tarde.. y qué noche..
Jamás se me había pasado el tiempo tan rápido. Ni si quiera antes de su marcha..
Al regresar hacia casa me he sentido sólo. Igual que ahora.
He caminado durante media hora por unas calles vacías de gente y de coches. El silencio ‘ensordecedor’ que me rodeaba sólo era interrumpido por el azote del viento en las ramas de los árboles..
He mirado al suelo, me he acercado mis manos a la cara y he aspirado profundo. De nuevo el olor de su colonia, el olor de su cariño y de sus besos..
Es maravilloso sentirse tan amado y a la vez caminar sólo hacia casa y sentirte tan absurdamente en soledad.. sólo acompañado por su aroma de Margarita..