La envidia es el pecado nacional, suele decir mi abuela.
Se meten con los ricos:
las ganas que tienen de nadar en oro como Dagobert Duck...
Se meten con los "maricones":
las ganas que tienen de revolcarse en mierda...
Hurgan en las cosas ajenas perforándolas con sarcásticos estiletes:
las ganas que tienen de penetrar, pene-trar...
Pero para eso está el confesionario, concluye mi abuela,
para lavar los pecados en el cálido manto de la verdad
y salir como nuevos a la calle, hechos hombres hechos y derechos
al gusto de los demás...
- Pero abuela -le interrumpo- eso ya pasó de moda, ahora...
- Sí, ahora -corta ella- se van a los gurús o al sicoanalista a dejarse los cuartos,
a que les digan por dónde han de ir pa funcionar,
que de eso se trata, o no, cordericos de las instancias morales: en fila y al redil,
que se acaba Navidad...

Buena Suerte y Hasta Luego