Quiero abrazarte.
Me pongo delante de éste teclado y pienso que ya son muchas las horas que han pasado desde la última vez que te tuve delante. Y tal vez sea eso, que tu ausencia se me hace eterna y que necesito tenerte delante para saber que existe el paso de las horas rápidas sin mirar una y otra vez el reloj deseando que llegue el día siguiente.
Mi tarde ha ido de diez en diez.
Me he puesto delante de una máquina que me daba piezas de diez en diez, a cada vez más complicadas y más laboriosas de tratar. En esas horas en las que tan sólo te enfrentas con ella piensas y te desgañitas cantando versos de Enrique que, a fin de cuentas, te hacen más mal que bien. Y no sólo en la garganta.
Y vuelvo a casa pensando en si será posible algún día recibir un sms tuyo diciendo algo.. algo importante.. o algo sin más.. pero algo.. :)
Entonces salgo con mi perro, sus proposiciones no tienen discusión posible en ésta casa. Si el pide salir, hay que salir. Lo peor es que lo hace nada más entrar por la puerta, sin contemplaciones. Te mira a los ojos y sabes lo que te dice.
Y mientras paseo y pienso en éste lo que sea que empieza a ‘coexistir’ con nosotros me pregunto si sería posible inspirarme mientras camino como algún día lo hice contigo, tranquilo y mirando las estrellas fundidos en una conversación interesante.

Buena Suerte y Hasta Luego

PD: no quería hablar de esto pero mira, me es ya imposible pasar por alto los malos modos. Como no es la primera vez que me haces tal tontería voy a empezar con mis buenas formas. Verás, estoy hasta los mismísimos cojones de que entres a mi correo, seas quien seas (aunque imagino quién). Has de saber que ya no vas a poder entrar y volver a cambiarme la contraseña. Ni vas a poder ni vas ha intentarlo, porque de lo contrario iré yo mismo frente a tus ojos y saltaré como nunca me has visto hacerlo.