Mi corazón siempre ha latido extremadamente despacio por algún tipo de milagro genético ocurrido durante mi estancia en el vientre de mi madre. No importaba que fumase, que hiciera más o menos ejercicio o que me ocurrieran las situaciones más rocambolescas. Siempre tenía alrededor de 60 pulsaciones en estado de reposo.
Recuerdo las palabras de mi entrenador, allá por mis 18 años, cuando con los análisis médicos de la federación se cagaba en todo porque encima tenía la suerte de tener una de las mejores capacidades de recuperación de todos..
La verdad es que viene bien para mantenerme más o menos tranquilo en momentos en los que, como estos días, me veo a ratos superado por todas las circunstancias que me rodean, las propias y las ajenas.
De un año a esta parte, esa facultad tranquila saltó por los aires. Todos los milagros genéticos y toda mi tranquilidad aparente arrojada al vacío sin otro razonamiento que la carencia de certeza futurible de ser soñada y de que todos los ases desaparecen de las mangas..
Lo sospechaba a medida que se acercaban las navidades pasadas, mientras veía como pasaban los días sin hablar, sin que me escuchen y sin poder hacer nada..
Hoy, un año después, Ella se ha sentado frente a mí en la cocina y hemos hablado como en aquellos desayunos largos y pausados en los que hablábamos de entropías y diretes. Me tenía que esforzar por dejar de pensar en la suerte que tengo ahora (Buena Suerte) para seguir prestando atención a las lecciones; quién soy yo, cómo y cómo debo ser. Porque quiero ser, debo ser..
Esta mañana, por una vez en mucho tiempo, me he sentido de nuevo fuerte y completo. Latido tras latido puedo reconocer que he aprendido y me he pasado el día pensando en lo que tú me decías, y en lo que me enseñabas..

Buena Suerte y Hasta Luego