La ciudad de las servilletas

Pasada ya una semana desde mi visita a la ciudad de las servilletas voy a plasmar aquí algunas reflexiones que a lo largo de mi ceguera permanente tuvieron lugar mientras paseaba, bebía y conocía gente.
Pamplona es una ciudad que se caracteriza porque en sus fiestas todo el mundo va de blanco y rojo. Blanco en camisa y pantalón y rojo en pañuelo y faja. Luego existen las viejas discusiones en las que unos dicen que el pañuelo hay que llevarlo hacia delante o hacia atrás, que si hay que ir con alpargatas o zapatillas, que si es de ‘kinkis’ llevar gafas de sol.. Sin embargo en la única ciudad de españa que se acentúa dos veces (záragozá) prevalece la ropa normal y una cosa que ellos llaman ‘cachirulo’ como pañuelo. Hay que recordar que dicho ‘cachirulo’ es un elemento de lo más extraño, porque no sólo no lo lleva todo el mundo sino que además hay quien lo lleva a modo de cinturón, colgado de una hebilla del pantalón e incluso atado a una pierna. Increíble.
Dicho pañuelo da la impresión de ser un simple trozo de mantel.
Es un pedazo de tela marrón, verde, roja y de todos los colores chungos mezclados todos ellos a cuadros. Aunque eso no es lo mejor, la verdadera razón de mi crítica es que resulta gracioso ver a gente que lleva servilletas como “pañuelicos”.
Realmente en todo el tiempo que estuve [gracias a dios poco] no conseguí dilucidar cuál era la tradición de ésa servilleta porque además no todo el mundo lo llevaba. Conté 1.102 servilletas, ya sean al cuello o en otra parte. Las conté con el mismo contador del anuncio de axe y os puedo garantizar que estuve desde que bajé del autobús hasta que subí para volver con él en la mano. 1.102.. Y eso que era sábado..
Pero no me voy a estancar en las servilletas porque realmente fue mucho más gracioso que todo eso.. Sobre todo con las formas de vestir..
Recuerdo ver puestos con ropa que aquí se asocia con gente ligada al nacionalismo vasco llenos de banderas de españa. Gracioso más que nada ver semejante contradicción en ese ridículo espacio que les dan para venderse. Y aún me dijeron que eso era ropa hippie.. Lamentable.. El colofón fue cuando en uno de esos puestos vi la siguiente imagen a lo que irremediablemente me saltó a los labios un ‘no sé no sé’ de lo más “airbagesco”. Sonrisa en boca me limité a sacar el móvil y a hacer la pertinente foto.
- Esto no se lo va a creer nadie.


Sigo, que esto no merece mucho más comentario..
Es gracioso por sí sólo.
Cuando bajé del autobús imaginaba que iba a ver una gran ciudad en fiesta permanente, algo parecido a unos sanfermines. Me habían hablado maravillas de ésa fiesta, de la gente y todo eso.. la gente con sus servilletas, todos con alegría, un alboroto generalizado..
Pero qué va!
Allí la gente curra esa semana. Vas por la calle y no sólo no se nota que están en fiestas sino que además tienen que hacértelo saber por si no te lo crees..


Voy a dejar de lado muchos aspectos de la fiesta en general para terminar centrándome en uno del que por importante [o eso dicen los servilleteros] merece toda mi atención:
Interpenas.


O interpeñas como dicen ellos.
Es lamentable que la fiesta de una ciudad la encierren en un recinto. Repito: Lamentable. Resulta además de agobiante de lo más rocambolesco, porque a fin de cuentas es como si hacemos aquí la carpa durante una semana entera.
A mí me hacía gracia estar por allí viendo aquel espectáculo porque a fin de cuentas es como si estuviera en la carpa de aquí: todo lleno de gente, katxis y algunos muchos borrachos. Era igual.
Yo me hacía siempre la misma pregunta al ver situaciones que me recordaban a Pamplona:
- Sois casi un millón de habitantes y esta es vuestra mayor fiesta?
Inmediatamente después sonreía y disfrutaba de los pocos instantes de tu vida en los que te puedes sentir de una estirpe ‘superior’, de ésas que no existen en otro lado:
- Soy Pamplonés.


El colofón a todas mis risas y cachondeos esa noche fue cuando pedimos algunos katxis y al traerlos me dieron un litro de mi vodka con cola pero en recipiente de helado. Esto ya no merece cachondeo ninguno ( a cualquiera se le puede agotar el vaso normal de katxi) pero me pareció gracioso que al no tener más sirvieran en éstos vasos.


Sirva también como puntos buenos de ésa fiesta que, a diferencia de aquí, allí las mozas visten de una forma mucho menos conservadora. Se nota que no es Pamplona. Y que ellos son un poco cazurros, se nota que son de záragozá.



Lo mejor fue mi visita a la Estación del Silencio.
Catedral para los que seguimos a Enrique y lugar de peregrinación en el que al igual que la Meca para los musulmanes, nosotros tenemos que echar una caña como mínimo una vez en la vida.
Sólo unas cuantas fotos. La última?
El baño, donde Enrique se introduce en su maravilloso mundo para componer maravillas y cantarlas con esa voz cavernal..





Buena Suerte y Hasta Luego
Posted on 16:59 by E and filed under | 2 Comments »

2 comentarios:

Anónimo dijo... @ 23:31

Lo que tiene una que leer a estas alturas de su vida...

Viva las Fiestas del Pilar!!!

Anónimo dijo... @ 16:50

Buenas tardes
Me ha gustado mucho tu blog, sobre todo esta entrada. Al igual que tu soy navarro, y estoy totalmente de acuerdo contigo, es lamentable que los habitantes de Zaragoza pongan sus fiestas por todo lo alto, cuando todo el mundo trabaja y lo unico que haces es salir por la noche, pillarte el torzon y llegar a casa esperando no tener mucha resaca..... vamos como un fin de semana cualquiera. Pero todo engalonado con un trozo de la manta que tiene mi abuela en el sofa de su casa atadico en el cuello, bueno en cualquier parte porque nadie lo lleva en el cuello. Y para mas inri presumen de interpeñas. Tu mismo lo has dicho: LAMENTABLE.Te mereces mi admiricion.