Confesión V

A mi otro yo demolido.

Hombre demolido. Mirada en el infinito. El corazón derribado. Ya que la vida es un cuento y siempre deja su paradoja, es inevitable que en los instantes de agonía, en los de la muerte, vuelvan a la memoria los buenos momentos, los lejanos recuerdos. Pero yo no tengo de esos recuerdos. No voy a mentir: yo no lo siento, lo lamento.
Llevo días hablando de ser fiel a uno mismo, de actuar en consecuencia y de ser coherente, para venir aquí, delante de ti, y ayudarte a recomponer tu cuerpo asolado mientras me pregunto por qué machacaste siempre el orgullo, por qué siempre esa espectacular puesta en escena y tu divinidad. Me pregunto en cuál de las injustas lágrimas encontraste la humildad que perdiste durante el camino. Me pregunto cuál de los golpes es el que te ha convertido en un ser abatido.
El destino ha sido justo contigo. Tú crees que injusto, pero yo te puedo decir que no. El destino ha decidido que te consumas poco a poco en cadena perpetua, lentamente, para que tengas tiempo para reflexionar sobre cada una de las p_tadas que has hecho en tu perniciosa vida.
Es curioso verdad? Nadie ha llamado preguntando por ti. Sólo los que odias. Ni huella de los que te quieren. Creo que es más cruel morir rodeado de los que odias.. Cuando por fin termines de irte dejarás tranquilidad y silencio. Habías hecho de tu vida una guerra. Para los que te rodeaban. Me pregunto qué pensarás.. Me pregunto cómo pasaras estas horas en las que apenas respiras. Cómo te sale tu balance? Si es cierto eso de que te sientes tranquilo seguro que es porque lo tienes que decir.
Esa ha sido tu última frase.
Y si te vas, no lo siento, lo lamento.
Tanto que tengo el alma rota.

Buena Suerte y Hasta Luego
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