Canción del ahogado

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Tornado

"Tenía que estar pasándomelo en grande, tenía que estar ilusionada como las otras chicas, pero no conseguía reaccionar. Me sentía quieta y vacía como el ojo de un tornado, moviéndome sin ninguna fuerza."

Sylvia Plath, La campana de cristal


Principalmente se considera como tornado aquella formación de viento que gira violentamente en torno a un punto, por el principio de Bernoulli; en un 99% de los casos además giran de forma ciclónica, es decir en sentido opuesto al de las manecillas del reloj en el hemisferio norte y viceversa en el sur.
Este vórtice para considerarse tornado tiene que desarrollarse haciendo contacto entre tierra y nube, de lo contrario tendríamos que observar que no lo es.

Desconozco cuál fue la reflexión que le llevó a esta afirmación a Sylvia Plath, pero sí que me gustaría hacer una matización. La complejidad de las fórmulas en las superceldas (que es donde se produce el ‘efecto tornado’) por presiones bajas, cargas eléctricas y movimientos magnéticos, hace que sea difícil que se den las circunstancias para girar de forma anticiclónica. En cualquier caso, el mismo centro de un tornado no está vacío ni quieto. Tan sólo unos pocos tornados tienen una característica contraria a la del resto, pero es siempre desde el movimiento: que giran en sentido opuesto, pero porque o están formados en la cola de un ciclónico o bien porque van acompañados de él. En cualquier caso la formación de ese 1% de los tornados es complejísima, y tienen que darse unos mecanismos lo suficientemente excepcionales como para que pensemos que casi estén hechos a posta.

Con todo esto quiero decir, tal vez con un poco de ingenuidad y después de una breve explicación de una fenomenología que me encanta, que asemejarse a un tornado es una equiparación perfecta para ese estado de ánimo que por lo visto quiere reflejar. Aunque no siempre ésto, como el fenómeno del tornado, es entendido por todos. Incluso por el propio “tornadista”.


“La felicidad es el camino, no el objetivo”, y el hecho de que a temporadas tengamos esa sensación de ‘ojo de huracán’, donde todo gira en torno a ti y no parece inmutarse uno, refleja precisamente que la formación de ese tornado es, en primera instancia, por el incremento de tormentas que mantienen en la parte superior el efecto Coriolis, común a todos los tornados (como es natural) (y que por cierto tanto me costó entender en el Bachiller); y en un segundo término, la necesidad de seguir en contacto con la tierra, que es lo que hace que arrastre polvo y suciedad.
Ser centro de tornado, asemejarse cosmovisionalmente a ello, implica que todo gira en derredor tuyo, pero eres tú quien viene a posarse a la tierra, eres quien viene a concebirse como una carga de partículas que se traslada en diferentes términos pero con un mismo mecanismo Coriolis que ni si quiera uno logra llegar a entender, y por no entendido acaba uno haciéndose centro de tornado; inmóvil ve cómo gira en torno a él la felicidad sin creer poder alcanzarla, aun a sabiendas de que ese tornado no sería tal sino fuera por la carga, la presión y la magnética propia de su ser.
La desaparición de un tornado, y de la sensación de ser centro de tornado, ocurre cuando esa corriente en viceversa que se origina en su cola acaba envolviéndolo, entonces vuelve todo a su girar de manecillas y el tiempo vuelve a sus características propias..
En mi humilde opinión lo que hay que atender, en ese centro de tornado, es que el tornado se origina (generalmente) como contacto entre tormenta y tierra, dos sucesos suficientemente separados y distintos como para que el mecanismo Coriolis (mecanismo natural) se contradiga en ese momento puntual, que no deja de ser un instante a través del cuál, bien sea por la consecución de elementos favorables o por otros más impredecibles, se perpetúa durante algunos cuantos minutos.

Sentirse en el centro de un tornado y saber de la cantidad de posibilidades que podrían ocurrir, de la felicidad que uno debería estar viviendo, no se si es caer en la complacencia o en el pesimismo. Y hace preguntarse a uno mismo si después de haber conseguido tantas metas es necesario seguir en esa inestabilidad ciclónica por falta de ellas o si, por el contrario, habría que buscar otras; partiendo siempre de la idea de que por fin el tornado se ha disipado, que ya giras en perfecta armonía con los mecanismos que rigen la naturaleza. Se puede originar otro tornado produciendo un nuevo mesociclón, cosa que se da en pocas ocasiones, pero la realidad es que la devastación y calamidad que origina el primero también sirve de renovación y produce una nueva oportunidad.
Esto me hace recordar a Churchill cuando dijo aquello de que “un optimista ve una oportunidad en toda calamidad y un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”. Hay que saber bajar de esa tormenta y dejarla solo en nubes, borrar bajas presiones que hacen a Bernoulli nuestro mejor y más incondicional espectador, ser más terrenal y no enfrascarse en tormentas que traen excepciones al buen clima, acercarse a la tierra de vez en cuando, manipular sus leyes más naturales..

Buena Suerte y Hasta Luego

PD: por cierto, no todos los tornados son visibles.
Posted on 10:27 by E and filed under | 1 Comments »

lucha

Posted on 03:50 by E and filed under | 0 Comments »

Los Habitantes

Posted on 19:19 by E and filed under | 0 Comments »